martes, 2 de abril de 2013

Torta invertida de peras y triste recuerdo

Hoy es 2 de abril. Hoy en Argentina recordamos uno de los momentos más tristes que hemos vivido como pueblo, como nación, en los últimos tiempos. La guerra de Malvinas. Hoy se cumplen 30 años de este tristísimo y aberrante hecho. Lo escribo y se me pone la piel de gallina de recordar los "comunicados" por la tele, mientiéndonos. Si. Siempre mintiéndonos.  Recuerdo a mi mamá que lavaba los platos con más humedad en los ojos que en las manos y rezaba. Yo tenía ocho años y poca consciencia de lo que pasaba. Chicos, apenas un poco mayor que yo, algunos conocidos, estaban jugando a la guerra entre el frío, el miedo y el maltrato. Dicen algunos que fueron mejor tratados por los ingleses que por sus propios jefes... cosas de esta querida Patria...


Me pregunto, si las Malvinas son dos ¿porqué no hacen la sabia división salomónica? Una para cada uno y ¡listo! Se acabaron todos los problemas. 


Pero una cosa es cierta: las islas están en la plataforma submarina argentina y fueron legadas al país por España en la época de la colonia. Inglaterra las pirateó y las usurpó. Ahora los habitantes son de nacionalidad inglesa y los argentinos tenemos prohibido pisar ese suelo tan sagrado para nosotros... 

El día está triste y lluvioso. Frío.


Ideal para cocinar esta torta en el horno.


Los ingredientes que usé: 
(Para un molde redondo que tiene 23 cm de base y 27 en la parte superior)

Para el topping

4 peras Williams grandes
300 g de azúcar
2 cucharadas de licor triple sec (optativo)
cantidad necesaria de manteca
un círculo de papel manteca del tamaño de la base del molde
almendras (optativo)

Para el bizcochuelo

4 huevos
120 g de azúcar
120 g de harina 0000
esencia de vainilla o ralladura de 1 naranja

Así se hace:

Se pelan y se corta las peras por la mitad. Se les saca el centro y el cabito. Sumergirlas en agua con unas gotas de limón y reservar.
Se coloca el azúcar en una cacerolita y se deja al fuego mínimo que tome color SIN MOVER NI REVOLVER. 
Enmantecar la base del molde. Colocar el papel y enmantecarlo con un pincel de cocina bien, pero muy bien. Este es el secreto para que se despegue perfectamente el azúcar y las frutas. 
Cuando el caramelo esté listo, verterlo sobre el papel y esparcirlo para que cubra toda la superficie. A esto hay que hacerlo muy rápido porque si se enfría se endurece y al moverlo corremos la manteca y se no se nos va a desmoldar tan bien como queremos. 
Colocar las peras y las almendras sobre el caramelo de forma decorativa y agregarle pedacitos de manteca sobre toda la superficie. Yo le puse unos diez del tamaño de media almendra (aproximadamente). Verter una cucharada o dos del licor. 
Hacer el bizcochuelo. Batir los huevos con el azúcar hasta punto letra. Saborizar con la esencia y/o ralladura. Esta vez, le puse solo esencia de vainilla. Añadir la harina tamizada en tres veces y mezclar con suavidad e integrar muy bien antes de cada adición. Colocar sobre las peras. Dar un golpe seco para que la mezcla penetre en los huequitos que dejaron las peras y llevar al horno a 170 °C durante 40/50 minutos aproximadamente. Los tiempos de cocción dependen de cada horno. 
Sabemos cuando está cocinda porque el bizcochuelo se pone dorado y al hacer una presión suave con los dedos, éste no se hunde. Pinchamos con un cuchillo de punta fina o un palillo y si sale limpio, sacamos del horno y desmoldamos inmediatamente. Retiramos con muuuuuucho cuidado el papel y dejamos enfriar porque sino, nos vamos a quemar la lengua!!!


Se puede disfrutar con una buena cucharada de crema semibatida.


Espero que los "secretitos" les hayan servido y nos leemos en la próxima receta..


¿Te servís?

¡¡Que tengan un buen fin de feriado laaargo y comiencen una hermosa semana!! 

¡Bendiciones!

Monica










1 comentario:

  1. Hola, Moni.
    Hoy tuvimos el acto en al escuela (secundaria) y he quedado muy consternada. No sé si me da más tristeza todo lo que implica el 2 de abril o la apatía, desidia y desgano con que los chicos (¡mis alumnos!) veían discurrir un acto conmemorativo que les resultaba totalmente ajeno y lejano.
    ¿Qué clase de país sin memoria estamos construyendo?
    Tu torta tan otoñal fue el acompañamiento perfecto para tantos recuerdos cruzados, sin dudas.

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