jueves, 2 de abril de 2015

Cocinar con amor. Muffins de doble chocolate.

Encontré este cartelito en Facebook y lo colgué en mi muro.


Tuvo muchos "me gusta". Creo que todos mis amigos están de acuerdo.
Y es lo que me define, creo yo. La cocina con amor. Es muy difícil que haga alguna comida enojada o de mala gana. Cocinar me relaja, me equilibra, me devuelve el amor por la vida. Aunque empiece a cocinar empacada, la comida me gana y termino enamorándome, aunque sea de un puré.


El alimento, todos sabemos, es una necesidad básica. Y es tan básico que sin aire, sin agua y sin alimento no hay quien sobreviva. Pero a lo que voy ¿es solamente dar alimento? o ¿dar alimento es dar amor? Entonces se me cruzan muchas ideas, por ejemplo una mamá amamantando a su bebé; se me cruza también que una vez leí que en China las bebas abandonadas en los orfanatos se mueren de pena, si, literalmente de pena porque solo les dan alimento. Se me cruza mi mamá cuando venía del trabajo corriendo para darnos el almuerzo o cuando pensaba la comida y la hacía la noche anterior. O cuando nos hace ese plato especial porque es el cumpleaños de alguno de nosotros, o sentir el olor de SU sopa, porque no hay otra igual. Eso, para mí, es dar amor. Y tanto lo sorbí y lo comí que ahora necesito darlo.
Y... esta historia no sé a que viene, algo me hace ruido adentro, La Pascua, mi propia pascua, la frase y estos muffins tan pensados y elegidos con tanto cariño. Que primero iban a ser unos que tengo en el blog tuneados con un gran copete de dulce de leche, que no... no, no. Algo más sencillo pero igual de rico. ¿Cuáles? ¿De dónde los saco? Me los imaginaba de sabor intenso, untuosos, con algunas chispas de algo crocante. No se... algo especial. Único. Tenían una misión, debían llegar a algún lugar más allá del estómago. Y quedarse por ahí, dando vueltas. Y era importante que así fuera, aunque las fotos no les hagan justicia (fueron sacadas de apuro antes de que se los llevaran).


A la receta original ya le perdí el árbol genealógico, pero cuando andaba buscando uno buenos muffins, ellos me llamaban desde el blog de Silvia de Mi dulce tentación y me convencieron con el buttermilk, que aunque acá ni sabemos qué es, las masas quedan super suaves como una caricia, como si comiéramos terciopelo. Eso. Como una caricia para el alma de quien la tiene hecha jirones pero está empezando a remendarla. Y eso era lo que yo quería. Esa sensación. Porque la comida también son sensaciones ¿no?

Hice la mitad de la receta original y me salieron 9 supermuffins superdeliciosos de chocolate

Estos son los ingredientes
(Y esta vez los hice tal cual!)

50 g de manteca
90 g de chocolate semi amargo en trozos
60 g de chips de chocolate negro
160 g de harina 0000
1/2 cucharadita de bicarbonato
1/2 cucharadita de polvo de hornear
1 cucharadita de esencia de vainilla
60 g de azúcar
1 huevo
90 g de leche
1 cucharada de vinagre blanco
1 pizca de sal
algunas minilentejas de chocolate de colores

Así se hacen:

Primero hacemos el buttermilk que no es ni más ni menos que la leche con el vinagre, reposados por 10 minutos. Así: ponemos la leche en una taza, le agregamos el vinagre o limón, removemos y listo! dejamos reposar el tiempo indicado y usamos. Eso le da un poquito de consistencia y para mí, hace magia.
Derretimos la manteca con el chocolate en el microondas. A esta mezcla le añadimos el azúcar y batimos con un batidor de mano hasta que el azúcar se funda. Yo no lo hice taanto. Incorporamos el huevo y batimos muy bien. Mezclamos la harina con la sal y los polvitos mágicos, vendrían a ser el polvo de hornear y el bicarbonato y vamos incorporando esta mezcla intercalando con la leche. Mezclamos muy bien y agregamos los chips de chocolate. Volvemos a mezclar. Colocamos la mezcla en los pirotines que ya teníamos preparados, esparcimos unas cuantas lentejas de chocolate de colores variados en la superficie y llevamos a horno a 180 °C por 25 minutos más o menos. O hasta que al pinchar con un  cuchillito o un palito de brochette, éste salga limpio.
Retiramos del horno y enfriamos en rejilla.
Si hay una próxima vez, les voy a poner una cucharada de cacao amargo para acentuar aún más el sabor del chocolate.


Mi estimada Silvia, quiero contarte que cada receta que he copiado de tu blog me ha sabido a Cielo y esta no fue la excepción.

Que la Pascua de cada uno de los que leen mis ocurrencias pase por sus corazones y sepa a Cielo.




Si te gustó esta receta o esta historia y tenés ganas, dejame un comentario. ¡Me encanta saber de vos! Qiuén sos, qué buscabas, de dónde sos...



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